El elemento más visible a corto plazo que se genera en el proyecto Albal Circular es el compost. Un material orgánico muy valioso que nace gracias a las aportaciones de todas las personas perticipantes del proyecto: por eso hablamos de ‘recursos orgánicos‘, y no de residuos o basura.
El compost o humus, tanto el que encontramos de forma natural en el suelo de los bosques como el que resulta del compostaje en las composteras del Bosc Mediterrani de Albal, es un producto que surge de la descomposición de materia orgánica. Esta se produce gracias a organismos descomponedores (bacterias y hongos) y pequeños animales detritívoros, es decir, que trituran el material (como las cochinillas y lombrices).
La presencia de este compost en el suelo garantiza unas condiciones favorables a las plamtas, pero sus beneficios van mucho más lejos. Podemos dividir, aunque es difícil establecer una línea que lo separe, entre beneficios directo e indirectos.
Beneficios directos del compost
- El uso del compost en los jardines y huertos (incluso su presencia natural) mejora considerablemente las condiciones del suelo.
- Ayuda a regular de forma natural la presencia de insectos y microorganismos, eliminando la necesidad de utilización de pesticidas que degradan el suelo.
- Ayuda a retener el agua y, por tanto, a ahorrar en el riego.
- Permite la eliminación del uso de fertilizantes químicos.
- Facilita la germinación de semillas, además del posterior desarrollo saludable de las plantas.
- Protege a las plantas de situaciones climáticas adversas como son sequías, lluvia excesiva o vendavales.
- Las plantas crecen más sanas y proporcionan frutas y verduras más saludables.
Beneficios indirectos del compostaje
Más allá de los beneficios ‘directos’, que podemos ver (y probar) directamente en nuestro entorno, el compost es un verdadero agente medioambiental:
- Captador de CO₂: El compost y todo el ecosistema que se genera a su alrededor (millones y millones de microorganismos, hongos, insectos y plantas), es un captador natural de CO₂. De hecho, la regeneración de los suelos con compost y agricultura regenerativa, a gran escala, permitiría detener el cambio climático (*frenar el incremento de la temperatura). Para comprenderlo mejor, te recomendamos el visionado del documental Kiss the Ground.
- Freno a la desertificación: El compost elimina la necesidad de utilización de pesticidas, fertilizantes químicos e, incluso, la necesidad de labrar el suelo, con la consecuente rotura del ecosistema de subsuelo. En otras palabras, supone frenar e incluso revertir el proceso de desertificación. Un beneficio muy importante, dado que el 28,8% del territorio valenciano está en riesgo elevado de desertificación, y la cifra aumenta cada año. En todo el Estado, la cifra es aún más escandalosa: hasta el 80% del territorio está en riesgo de desertificación durante este siglo, según el Ministerio de Medio Ambiente.
- Salvaguarda del agua: El compost ayuda a retener la humedad, dilatando en gran medida el tiempo entre riegos o mejorando el aprovechamiento del agua de lluvia. Una característica que ayuda al buen crecimiento de las plantas que, en un efecto en cadena, ayudan también a retener agua e incluso a regular las temperaturas del ambiente cercano; un paraje sano y verde alivia las altas temperaturas del verano, y suaviza el frío del invierno. Es, en definitiva, una herramienta más contra la sequía y reductor de la demanda de agua. De nuevo, un activo más en la lucha contra el cambio climático.
- Reducción de la contaminación: Además, dedicar ‘recursos orgánicos’ como tal, como recursos en lugar de residuos, significa también menos vertederos. La acumulación descontrolada de la materia orgánica con otros elementos activa otro proceso muy diferente al del compostaje: la putrefacción. Un proceso que contribuye a contaminar el aire con la emisión de gases (como el metano), o contaminar el agua continental por lixiviados.
Así, el compostaje es un proceso de fácil elaboración, con un coste económico muy reducido, pero que genera unos beneficios que van más allá de lo local: desde recoger una manzana y berenjena bien lustrosas, hasta captar CO₂ y generar un efecto cadena que ponga freno el cambio climático. Pensamos que ‘vale la pena’.